Fortaleza

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Fortaleza, Brasil

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Fortaleza Brasil

Fortaleza es una imponente ciudad que se derrama hacia el mar verde azulado que baña las playas del noreste brasileño. Una interminable hilera de edificios y hoteles se yergue hacia el Atlántico, conformando una muralla de modernidad que convive con las olas y las extensas playas que día y noche son disfrutadas por habitantes y turistas.

Hacia el sur, hay playas de arena fina y aguas transparentes. Por su popularidad y extensión se destaca la Praia do Futuro, donde soplan los vientos alisios, que dan frescura a la posibilidad de adquirir un bronceado caribeño sin sufrir el calor abrasador del sol. Estas playas cuentan con una gran infraestructura y con todas las comodidades, como es el caso de la mega barraca Croco Beach, donde además de áreas verdes y piletas, hay espectáculos a toda hora.

Una innumerable sucesión de pequeñas localidades balnearias se ubican en las costas del estado de Ceará. Entre ellas, se destaca Canoa Quebrada, una antigua villa de pescadores localizada en el municipio de Aracatí. A 175 kilómetros al sur de Fortaleza, fue descubierta para el turismo a mediados de los 70 por un grupo de hippies que se apasionó con el lugar.

En este paisaje deslumbrante, todo tipo de actividades permiten disfrutar de la vastedad de sus playas, la calidez de sus aguas y la fuerza del viento. Algunos preferirán internarse en los quiebres de las “falesías” (acantilados), de un llamativo e intenso color rojizo, y luego ahogar el calor en un baño refrescante en su mar de cambiantes colores. Otros podrán internarse mar adentro en las “jangadas” (balsas a vela), o andar a caballo en la playa y olvidar la hora, dejando que el viento los guíe por las dunas casi desiertas. Y si hablamos de vientos, los más osados podrán practicar kitesurf deslizándose por las olas en una tabla similar a la del snowboard, o lanzarse en parapente aprovechando los desniveles entre acantilados y playas.

Entre todos los paseos posibles, el que resulta más divertido y lleno de emoción, es el que se hace en “buggy”, aquel mítico auto arenero casi extinto, con el que los intrépidos pilotos del lugar recorren las dunas gigantes que rodean Canoa Quebrada. Sin senderos ni cinturones de seguridad, hay que agarrarse de donde se pueda y disfrutar de una especie de montaña rusa de arena. El emocionante recorrido adquiere ribetes casi surrealistas, al pasar por debajo de los aerogeneradores eólicos de 90 metros de altura, cuyas aspas tienen 40 metros de envergadura, y lucen como descomunales molinos de viento.

El paseo incluye otro atractivo singular: el descenso en tirolesa a una laguna de aguas verdes, con una caída de 70 metros de altura, que resume emoción y la frescura de un baño reparador. El regreso a alta velocidad por las anchas playas se justifica, para llegar a ocupar un lugar en la duna más alta del pueblo y prepararse para uno de los mejores espectáculos que la naturaleza nos regala, en la “costa nordestina”: el atardecer. La gastronomía es otro de los puntos fuertes de Canoa Quebrada. Langosta, raya, camarones, ostras y cangrejos son los platos típicos locales, aunque a lo largo de la calle principal, Broadway, se suceden restaurantes de todo tipo, ya que el turismo europeo es preponderante, especialmente el de origen italiano.

De hecho, buena parte de las posadas del lugar tienen dueños con este origen. La presencia argentina tiene sus mejores expresiones en la churrascaría “El Argentino” y en varios locales de artesanías y bisutería de la zona peatonal. Más avanzada la noche la diversión se prolonga en los bares y discos de la Broadway, donde se escucha y se baila el pegadizo ritmo que reina en todo el noreste, el forró, y también reggae y rock.